RUFINO TAMAYO IN NEW YORK
- XIMENA HIDALGO-AYALA
- 21 jul
- 12 Min. de lectura
El gran pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, es uno de los artistas más relevantes de América Latina y parte de su historia está ligada a Nueva York, donde su obra y pensamiento están vigentes.

Por Ximena Hidalgo Ayala
Historiadora, fundadora y directora ejecutiva del Comité Internacional Galo Plaza y de su exclusivo network de empresarios y profesionales XHA Club, dedicado a promover la integración a través de historia, educación y cultura.
Rufino Tamayo llegó a Nueva York por primera vez en 1926 y a pocas semanas exhibió treinta nueve de sus obras en la Weyhe Gallery, ubicada en el 794 de Lexington Ave. Dos años después retornó a México, pero debido a su postura discrepante con la corriente cultural predominante, retornó a Nueva York, donde permaneció autoexiliado durante más de una década.
Sobre su retorno en una entrevista afirmó: “…fui con el músico mexicano Carlos Chávez. Los dos teníamos las mismas ideas. Él en música y yo en pintura. Nos fuimos juntos a Nueva York, fracasamos juntos durante los dos primeros años. El regresó a México. En ese momento había en mi país una señora que quería impulsar las artes, hija del que hizo el Monumento a la Independencia, organizó la Orquesta Sinfónica de México y como Chávez era el músico más aventajado, lo hizo director. Allí él resolvió sus problemas, porque era un hombre muy activo, gran organizador. Lo hizo muy bien…resolvió sus problemas, yo seguí descontento y regresé a Nueva York. Me tocó el infortunio que al volver fue la famosa crisis del crack del veintinueve, la crisis terrible de Wall Street.”

En Nueva York Rufino Tamayo pintó varios de sus cuadros más aclamados. Su primera exhibición individual la realizó en la Valentine Gallery, que entre 1926 y 1947 se constituyó en una fuerza pionera en la escena del arte moderno de Nueva York, fue fundada y dirigida por F. Valentine Dudensing y estuvo ubicada en el 43 East de la calle 57. La galería pronto ganó la reputación de ser “templo del modernismo" y fue la que representó a Rufino Tamayo y lo catapultó en Nueva York.
Posteriormente Rufino Tamayo presentó sus obras en las más famosas galerías de Manhattan, incluyendo Knoedler en la calle 70 y Madison Ave., que fue en su momento un gigante del mundo del arte estadounidense. Fundada en 1846, operó durante 165 años y fue una de las principales distribuidoras de pinturas de los grandes maestros, desempeñando un papel fundamental en la conformación de importantes colecciones como las del Museo Metropolitano y el Louvre.
Tamayo también exhibió en la Galería Marlborough, fundada en Londres (1946) y expandida a Nueva York en 1963, donde se convirtió en pionera del circuito global de galerías, representando a artistas icónicos como Bacon, Freud, Moore, Pollock, Rothko y Hepworth. Fue reconocida por impulsar el Expresionismo Abstracto y estuvo localizada en el 40 oeste de la calle 57 en Manhattan.
En Nueva York, Rufino Tamayo vivió una etapa transformadora de su trayectoria artística. La dinámica energía cultural de la cosmopolita ciudad, -particularmente su apertura a los artistas internacionales-, le permitieron sumergirse en su vibrante escena artística y relacionarse profundamente con el modernismo europeo, del cual fue influenciado por figuras como el Pablo Picasso, Henri Matisse y Giorgio De Chirico, que le llevaron a explorar la abstracción y el simbolismo, para desarrollar un estilo muy personal.

De su etapa en Nueva York hay varias obras de Rufino Tamayo, entre ellas dos muy famosas, como Carnival (1936), propiedad del Smithsonian American Art Museum y New York Seen from the Terrace (1937), las cuales reflejan la vitalidad de la vida urbana, así como la tensión psicológica provocada por acontecimientos globales como la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de Tamayo en Nueva York le ayudó a desarrollar un estilo distintivo muy personal, que fusionó el arte popular mexicano con técnicas vanguardistas, consolidándolo como un puente esencial entre las tradiciones latinoamericanas y los movimientos modernistas estadounidenses.

A diferencia de los muralistas mexicanos contemporáneos, Rufino Tamayo evitó politizar el arte y se enfocó en la expresión estética y emocional. Discrepó con el grupo integrado por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiro y sobre ello afirmó: “Esos pintores, anteriores a mi, tenían la intención de crear la Escuela Mexicana de la Pintura, cosa que a mi, -desde un principio-, me pareció un error. Porque considero que la pintura es universal. Que si hacemos una cultura mexicana, quiere decir que nos estamos aislando. Que no hay de esa manera comunicación. El mismo José Vasconcelos decía en ese momento: Olvidémonos de lo que pasa fuera. Lo importante es lo que vamos a hacer dentro”. Eso es, ¡vamos a aislarnos! Estuve en contra de eso desde un principio, por eso los muralistas eran mis enemigos”.
“En cierta forma fui el iniciador de la libertad en el arte en mi país…vuelvo a repetir, con ello no quise hacer escuela, pero me parecía de justicia pues, que la pintura se hiciera a base de libertad. Ahora la libertad existe, todos esos jóvenes de ahora ya pueden seguir sus propios caminos, no hay una sola idea central. Como decía entonces David Alfaro Siqueiros en aquel manifiesto de “No hay más ruta que la nuestra”…¡Por favor! en arte eso no se puede decir."
También residió en París y finalmente regresó a México, donde fundó dos museos: el Museo de Arte Prehispánico en Oaxaca y el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo en Ciudad de México. Su legado artístico es reconocido internacionalmente por su originalidad y profundidad simbólica.
LEGADO DE RUFINO TAMAYO EN NUEVA YORK
La producción artística de Rufino Tamayo incluye más de 1.300 óleos, 465 obras gráficas, como litografías, 350 dibujos, 20 murales y un vitral. Sus obras en Nueva York actuamente se encuentran en el Museo de Arte Moderno, en el Guggenheim y uno de sus murales más famosos “Fraternidad”, de cuatro metros de alto por nueve de largo, está en la sede principal de Naciones Unidas, en el mismo lugar seleccionado por Tamayo cuando lo donó personalmente el viernes 29 de octubre de 1971, cuando explicó el simbolismo de la obra: "una gran hoguera rodeada de figuras humanas entrelazadas, representando la unidad de la raza humana y el espíritu de paz de la ONU.

Posteriormente Rufino Tamayo recalcó el sentido humanista de su obra en general, diciendo: "El hombre es el centro de mi pintura, el motivo principal de mi obra, a pesar de que admiro el arte abstracto mucho, es de gran ingenio y tiene unas cualidades plásticas estupendas, considero que el humanismo es una cosa muy importante… yo no hago indios, hago figura humana, que pueden ser blancos con color indio o al revés. Es la figura humana lo que me importa, … no estoy tratando de hacer indios, pues si fuera así estaría haciendo lo mismo que los muralistas, insisto, es la figura humana, que puede ser verde, roja, azul."

TAMAYO EN NACIONES UNIDAS
Rufino Tamayo con su esposa Olga, donaron su mural “Fraternidad” a la Organización de las Naciones Unidas en la persona de su secretario general U. Thant, quien aceptó el regalo en nombre de la institución, teniendo como testigos al Embj. Alfonso García Robles, representante permanente de México ante esta entidad y a Elio O. Rabasa, ministro de relaciones exteriores de México. El mural fue creado en 1968, para la Feria Hemisfair en San Antonio, Texas y posteriormente fue adaptado para su instalación permanente en Naciones Unidas.
Cabe destacar que Alfonso García Robles (1911-1991), -reconocido diplomático michoacano-, fue contemporáneo y amigo de Galo Plaza. Los dos fueron delegados en la Conferencia de San Francisco (1945) que estableció oficialmente las Naciones Unidas y sus trayectorias estan vinculadas a este organismo internacional. Galo Plaza además, como representante personal de Naciones Unidas en varios conflictos internacionales, fue cercano al secretario general U. Thant.
Fraternidad presenta en el centro una gran fogata, -el fuego símbolo del amor-, rodeado por varias figuras humanas con los brazos entrelazados simbolizando la paz, hermandad y colaboración entre las naciones, refleja el sentido universal de las obras de Tamayo. Las figuras humanas no poseen rostro, para representar a todos los seres humanos sin distinciones. En el lado derecho de la obra, Tamayo pintó una estructura elevada que representa la tecnología, el futuro y en forma muy personal quizás la ciudad de Nueva York, que fuera su hogar por más de una década y una importante plataforma de promoción de su obra; en el lado izquierdo pintó un templo mexicano prehispánico, que simboliza el pasado y sus raíces.

VIAJE Y RESTAURACIÓN
Rufino Tamayo personalmente seleccionó el lugar en donde se colocó Fraternidad, hasta el 2009, cuando debido a las remodelaciones de la sede de Naciones Unidas, todas las obras de arte en su interior fueron devueltas a los países de origen de sus autores, para que las resguarden hasta su retorno. Así Fraternidad viajó a México para su restauración, proceso que tomó cuatro meses y estuvo a cargo del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Posteriormente la obra fue custodiada por el Congreso del Estado de Durango desde (2010-2014), cuando inició el proceso de su devolución a Naciones Unidas.

El lunes, 28 de abril de 2015, 44 años después de su primera instalación, la comunidad mexicana junto a sus funcionarios diplomaticos e invitados, -entre los cuales fuimos privilegiados de asistir-, celebramos el retorno y reinstalación de Fraternidad en las Naciones Unidas, al mismo lugar que ocupó desde que fuera donado por Rufino Tamayo en 1971.

Estuvo presente María Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), así como el representante permanente de México ante la ONU, Jorge Montaño y la cónsul General de este país en Nueva York, Embj. Sandra Fuentes Berain, además asistieron el subsecretario mexicano de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, Juan Manuel Gómez Robledo y Susana Malcorra, jefe de gabinete del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, quien se encontraba de visita en el Vaticano. Asistieron también algunos legisladores del Estado de Durango, así como funcionarios de la Misión, del Consulado General y del Instituto de Cultura Mexicana de Nueva York.
PENSAMIENTO DE RUFINO TAMAYO
Rufino Tamayo nunca resintió de su herencia zapoteca, la cual influyó fuertemente en su estilo artístico, que combinó temas autóctonos con la vanguardia europea, desarrollando un lenguaje propio. A través de una entrevista realizada por Manuel García en 1987, Rufino Tamayo expresó su pensamiento sobre Nueva York, arte e historia

En Nueva York Rufino Tamayo fue instructor en Dalton School, donde fue mentor de la pintora de origen judío Helen Frankenthaler. Sobre su experiencia docente posteriormente dijo: “Fui profesor porque había necesidad, tenía que comer. Respecto a la importancia del dibujo en la pintura, muchas gentes creen que de la pintura nace del dibujo, eso me parece un error, el dibujo es uno de los tantos elementos que intervienen en pintura y el dibujo entendido en la manera académica es lo menos importante. No se trata de copiar, creo que el arte es invención, no es copia de la naturaleza. Estamos inventando si somos artistas. Así es que a partir de estos principios yo estuve contra esa pintura, el muralismo, siempre, porque se refería única y exclusivamente a la Revolución Mexicana y era demagógica. Y digo demagógica porque se suponía que estaba en defensa del proletario, del campesino y vemos que el campesinado sigue igual. Es decir, eran palabras nada más.”
RELACIÓN CON NUEVA YORK, PINTURA Y MESTIZAJE
En los años 30 y 40, cuando se dio el cambio de la pintura realista al expresionismo abstracto con Pollock, De Kooning, Rothko dijo: “Me dio gusto comprobar ese cambio. Sobre Estados Unidos tengo una teoría, en lo que respecta al tema pictórico. Se habla de que Estados Unidos no tiene tradición y en el fondo hay una cierta verdad en esa afirmación. El valor de estos pintores consiste en que dijeron: Muy bien, no tenemos tradición. Vamos a iniciarla y se pusieron a trabajar en el arte abstracto y lo hicieron muy bien. Creo que los pintores estadounidenses contemporáneos son muy buenos."
“Nueva York fue mucho muy importante para mi. En México, en realidad hasta el momento de irme a Nueva York, creo que no sabía muy bien lo que era la pintura. Los que hablan de los murales prehispánicos, -que son por cierto muy bonitos ahora porque la humedad les ha dado texturas-, exageran las cosas. Me parece que el arte prehispánico era muy importante en arquitectura y escultura, pero no en pintura. La pintura era decorativa, plana, con colores muy limitados. Ahora, insisto, se ven muy bonitos, porque se han descascarado y tienen texturas muy interesantes. Pero yo niego que los prehispánicos fueran pintores. La pintura nos viene de Europa, con la llegada de los españoles, empezamos con ellos a sentir lo que era la pintura."
“Debo confesar que, en lo que se refiere a la conquista de América, estoy de parte de los indios, porque mi origen es indio, pero considero que el padre de México es Cortés, indiscutiblemente. A pesar de todo, es decir que tenemos un padre al que podemos odiar, pero es el que hizo la nacionalidad mexicana, ahí está en ese mural (el del Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana) el hecho del que estoy hablando, que es una mujer india pariendo un niño que es de dos colores, blanco y color tierra, ese es el mexicano. Los mexicanos tenemos el compromiso con el padre que es Cortés, indiscutiblemente…sí y con la madre…la madre es la madre."
Además del mural Fraternidad y de innumerables obras de Rufino Tamayo en la ciudad que fue su hogar durante varios años, existe una nueva representación cultural que lleva su nombre, DEAR RUFINO y es el emprendimiento del famoso chef Iván García y Gerardo Zabaleta, dos emprendedores que aman el arte y de cuya vida se realizó la premiada película I'll carry you with me (Te llevo conmigo). https://youtu.be/ueldqg6D-Wk?feature=shared
DEAR RUFINO se encuentra en el icónico barrio del distrito de los teatros, en midtown Manhattan, donde comparte los coloridos sabores de la cultura gastronómica del terruño del famoso artista, cuya huella en la ciudad natal de Galo Plaza se mantiene latente al igual que la esperanza y valores de su magistral obra con valor universal.
El logo de DEAR RUFINO incluye una sandía, ya que Rufino Tamayo convirtió a la fruta en un emblema artístico personal, con contenido cultural, estético y vivencial. De niño, Rufino Tamayo ayudaba a su tía a vender sandías en los mercados, por lo que es un recuerdo que impregnó su obra con nostalgia y raíces mexicanas, ya que al pintarla además evocaba los colores de la bandera nacional —verde, blanco y rojo— integrando sutilmente el orgullo por su tierra natal, sin recurrir al arte polítizado de los muralistas.
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México en Nueva York
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Dear Rufino Taquería & Bar
Restaurant
Brunch Lunch Dinner
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