ENTRE PINCELES Y ARCHIVOS: JUAN DE PAREJA Y LA PRESERVACIÓN DE LA HISTORIA CULTURAL
- XIMENA HIDALGO-AYALA

- hace 10 minutos
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La historia del arte se enriquece cuando se conecta con la labor de quienes preservan la memoria cultural. La figura de Juan de Pareja, pintor del Siglo de Oro español y el trabajo archivístico de Arturo Schomburg en Nueva York, se entrelazan revelando la importancia de mantener una visión integral del pasado.

By Ximena Hidalgo Ayala, historian, founder, and executive director of the Galo Plaza International Committee and its exclusive network of entrepreneurs and professionals, XHA Club, dedicated to promoting integration through history, education, and culture.
La obra del pintor Juan de Pareja, fue presentada en una muestra especial por el Museo Metropolitano de Nueva York en el 2023, como parte de un estudio más amplio sobre su vida y obra.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599–1660), considerado uno de los pintores más destacados del siglo XVII, retrató a la realeza y nobleza europeas, pero en 1650, durante un viaje a Roma y en los preparativos para pintar al papa Inocencio X, realizó el célebre retrato de su asistente Juan de Pareja. Este retrato, pintado al óleo de 81.3 x 69.9 cm, que ha sido objeto de innumerables estudios y exhibiciones, marcó un punto de inflexión en la valoración de Pareja como artista por derecho propio.
Cuando el retrato de Juan de Pareja fue adquirido por el MET en mayo de 1971, se convirtió en una adquisición de enorme relevancia para la institución. El museo pagó 5.5 millones de dólares, estableciendo un récord en el mercado del arte de la época y consolidando la importancia de esta obra dentro de su colección permanente.
La exposición organizada por el MET en 2023 reunió por primera vez varias obras de Pareja, -muchas de gran formato y rara vez vistas-, lo que permitió demostrar cómo su producción artística abre nuevas posibilidades para comprender el arte como parte integral del proceso histórico.
Tuve el privilegio de registrar la muestra que el MET dedicó a Pareja, donde se reafirmó la importancia del trabajo de los historiadores en la construcción de una memoria cultural integral para la sociedad.

PRESERVANDO LA HISTORIA
La muestra de Pareja se vinculó directamente al legado del estudioso puertorriqueño Arturo Schomburg (1874–1938), hijo de madre afrocaribeña y padre de ascendencia alemana, quien emigró a Nueva York en 1891. La labor de Schomburg fue decisiva para la recuperación de la memoria de Pareja y en general, para la consolidación de una historiografía académicamente rigurosa en sus respaldos documentados. La vasta colección de libros, manuscritos y documentos reunida por Schomburg fue adquirida con fondos de la Carnegie Corporation en 1926 y transferida a la Biblioteca Pública de Nueva York, que la incorporó y transformó en el actual Centro de Investigación Schomburg.

Schomburg documentó el trabajo de Pareja e incluso viajó a España en 1926 para personalmente fotografiar e investigar en los archivos históricos. Esa información fue la base de una primera presencia de Juan de Pareja en el MET en 1969 y posteriormente, la primera muestra exclusivamente dedicada a él en 2023.

El trabajo de Juan de Pareja adquiere un significado especial en el contexto más amplio de la España del Siglo de Oro, donde la labor artesanal y la diversidad social estaban estrechamente vinculadas con el arte y la cultura material. Las representaciones de poblaciones negras y moriscas en las obras de Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo y el propio Velázquez, revelan la presencia constante de comunidades minoritarias en distintos medios, desde la escultura hasta la platería.
El célebre retrato de Juan de Pareja, pintado por Velázquez, se inscribe en este entramado y se convierte en testimonio de una historia cultural que gracias a los historiadores se ha podido documentar.

Marco histórico
Juan de Pareja nació en Antequera, provincia de Málaga, probablemente entre 1606 y 1610, en un contexto marcado por la reciente expulsión de los musulmanes de la región. Su biografía refleja las tensiones sociales y culturales de la España del siglo XVII, donde el poder y las jerarquías sociales se entrelazaban con la vida cotidiana y la producción artística.
Hijo de padre español y de una mujer esclava de ascendencia africana, durante más de dos décadas Pareja formó parte de la servidumbre doméstica y del taller del célebre Diego Velázquez. Se presume que fue adquirido o heredado por el artista, cuya familia poseía esclavos, una práctica común en la Sevilla de la época, ciudad que constituía un centro neurálgico del comercio de esclavos. Este trasfondo histórico permite comprender mejor la trayectoria de Pareja y el significado de su obra dentro de un panorama artístico marcado por las tensiones sociales.
Los especialistas han determinado que Juan de Pareja era morisco, es decir, un convertido del Islam, condición que explica su situación de servidumbre y que ha sido corroborada por documentación de la época. Los moriscos eran antiguos musulmanes y sus descendientes, obligados por la Iglesia católica y la Corona española a convertirse al cristianismo o enfrentar el exilio, después de que se prohibiera la práctica abierta del Islam a principios del siglo XVI en la región.

La desconfianza hacia los moriscos se intensificó en los reinos ibéricos, especialmente tras la caída de Constantinopla y el temor a nuevas incursiones del Imperio Otomano. Entre 1609 y 1614, los monarcas españoles y portugueses iniciaron su expulsión sistemática, lo que transformó profundamente el tejido social de la península.
En los registros castellanos medievales, el término “morisco” se utilizaba en un sentido amplio, equivalente a “musulmán” o “hablante de árabe” y aparece tanto en documentos matrimoniales de la época colonial como en las pinturas de castas del siglo XVIII, donde se empleaba para identificar a personas de origen converso.
DOCUMENTANDO A JUAN DE PAREJA

La primera referencia documental en la que se reconoce a Juan de Pareja corresponde a una carta del 12 de mayo de 1630, dirigida a Pedro Galindo, procurador de Sevilla, en la cual solicita permiso para trasladarse a Madrid para continuar sus estudios junto a su hermano Jusepe. Se desconoce en qué momento comenzó a servir a Velázquez, pero en 1642 firmó como testigo un poder notarial a su favor en un pleito en el juzgado penal. También fue su testigo en octubre y diciembre de 1647 en otros dos poderes para administrar bienes en Sevilla, otorgados por Velázquez y su esposa Juana Pacheco. Pareja volvió a firmar un documento similar en 1653 para Francisca Velázquez, hija del pintor.
En 1649 Juan acompañó a Velázquez en el segundo y último viaje del maestro a Italia que tenía como misión adquirir obras, principalmente estatuas clásicas y contratar fresquistas para decorar los palacios del Felipe IV. Ese mismo año, Velázquez expuso el retrato de Juan de Pareja en Roma, durante las fiestas en honor a San José, Patrón de los Virtuosos. El 23 de noviembre, aún en Roma, le concedió una carta de libertad que entraría en vigencia cuatro años después, con la condición de que no se fugara ni cometiera ningún acto delictivo durante ese lapso.

Tras su manumisión, Pareja trabajó como pintor independiente, demostrando los conocimientos adquiridos en el taller de Velázquez y estableciendo vínculos con otros artistas europeos de la época.
Actualmente sus obras se encuentran en museos, fundaciones y colecciones de distintos países. Entre ellas destacan: Retrato de Agustín Moreto (1648–1653), Retrato de un monje (1651), La huida a Egipto (1658), La vocación de San Mateo (1661), Santos Juan Evangelista y Oroncio, La Virgen de Guadalupe, Retrato del arquitecto José Ratés Dalmau, Retrato de Felipe IV (1656) y El bautismo de Cristo (1667).
En 1960, Salvador Dalí pintó a Juan de Pareja reparando una cuerda de mandolina, obra que pertenece al Minneapolis Institute of Arts en Estados Unidos.
La muestra dedicada a Juan de Pareja en el MET de Nueva York, constituyó un hito en la recuperación de su figura. Al rescatar la historia de Pareja se reconoce que el arte refleja las contribuciones de múltiples sectores de la sociedad, los artistas, sus mentores, los historiadores, las corporaciones, instituciones culturales, la prensa y el público.
Las obras de Juan de Pareja y de Arturo Schomburg, se convierten en recursos fundamentales para valorar los aportes diversos que conforman una historia cultural integral.

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