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PEDRO PORRAS, UN AMBATEÑO PARA LA HISTORIA

  • Foto del escritor: XIMENA HIDALGO-AYALA
    XIMENA HIDALGO-AYALA
  • hace 19 horas
  • 14 Min. de lectura

Pedro Porras Garcés es reconocido como el mejor arqueólogo del Ecuador de su época. Su legado es fundamental para entender las culturas precolombinas del país y su figura sigue inspirando a investigadores, docentes y estudiantes.


Padre Pedro Porras Garcés, sacerdote josefino, arqueólogo, docente e investigador ambateño, junto a los "petroglifos" que descubrió y estudió intensamente en la Amazonía ecuatoriana durante su juventud.
Padre Pedro Porras Garcés, sacerdote josefino, arqueólogo, docente e investigador ambateño, junto a los "petroglifos" que descubrió y estudió intensamente en la Amazonía ecuatoriana durante su juventud.

Por Ximena Hidalgo Ayala

Historiadora, fundadora y directora ejecutiva del Comité Internacional Galo Plaza y de su exclusivo network de empresarios y profesionales XHA Club, dedicado a promover la integración a través de historia, educación y cultura.

Para un historiador, conocer personalmente a figuras que han impactado positivamente a la humanidad es un privilegio. En esta nota, doy testimonio de ese privilegio.


Tras rendir los exámenes de admisión correspondientes e ingresar a la universidad —con el permiso firmado de mi madre ya que aún era menor de edad— mi decisión fue estudiar Historia. Sin embargo, uno de los funcionarios universitarios me desalentó, afirmando que era una pérdida de tiempo dedicarse a estudiar fragmentos de vasijas antiguas y me sugirió optar por Pedagogía, con la especialización en docencia de Historia. Ya como estudiante, ambas carreras incluían la asignatura de Arqueología en los primeros niveles: en Historia como materia obligatoria y en Pedagogía como optativa.


Padre Pedro Porras Garcés, sacerdote josefino y miembro de número de la Academia Nacional de Historia de Ecuador.
Padre Pedro Porras Garcés, sacerdote josefino y miembro de número de la Academia Nacional de Historia de Ecuador.

Al comenzar las clases de Arqueología con el Padre Pedro Porras, pude corregir de inmediato el error y dedicarme a lo que realmente era mi vocación: la Historia. Arqueología se convirtió en una de mis materias favoritas, no solo porque las clases se impartían directamente en el laboratorio del flamante Museo Weilbauer —dentro del campus de la PUCE en Quito— sino también porque el maestro era un sacerdote erudito, que involucraba a los estudiantes en la práctica directa de la investigación arqueológica.


Tuve el honor y privilegio de ser alumna del afamado arqueólogo Pedro Porras, a quien recuerdo con inmensa gratitud y profunda admiración. Gracias a sus enseñanzas, hoy puedo comprender mi identidad y la inconmensurable fortuna de haber nacido en una tierra con raíces milenarias.



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ORGULLO AMBATEÑO

El padre Pedro Ignacio Porras Garcés nació en la ciudad de Ambato, Provincia de Tungurahua, Ecuador, el 29 de junio de 1915, -día del apóstol San Pedro-, creo que no por coincidencia, ya que el Padre Porras representa esa piedra sobre la cual se fundamentan las nuevas generaciones de investigadores. Este ambateño inmortal, mostró desde joven una profunda vocación religiosa y académica, que lo llevó a convertirse en uno de los arqueólogos más destacados del país.


Como sacerdote josefino, dejó una huella profunda en instituciones educativas como el Colegio Murialdo de Ambato, del cual fue rector (1949) y en el Colegio Pablo VI de Quito, donde formó generaciones de estudiantes. Donó valiosas colecciones de insectos, plantas, rocas y cerámica al Museo de Antropología de Ambato, fortaleciendo así el patrimonio científico de la ciudad natal, desde donde emprendió expediciones al Oriente ecuatoriano, descubriendo sitios como Cosanga, Baeza y exploró la Cueva de los Tayos.


Además de sacerdote, el Padre Porras fue licenciado en Filosofía y Pedagogía y obtuvo una maestría en Antropología en la Universidad de Oklahoma. Se desempeñó como director del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito (PUCE) y fue profesor de Arqueología en diversas instituciones, entre ellas el Instituto Smithsonian en Washington D.C., así como en universidades de Puerto Rico y Oklahoma. Su enfoque riguroso y humanista ha sido citado en estudios sobre arqueología, antropología y educación intercultural.


PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS

El legado del Padre Porras es significativo y multifacético, pues supo entrelazar su vocación religiosa con su pasión por la arqueología, la educación y la cultura de su patria.
El legado del Padre Porras es significativo y multifacético, pues supo entrelazar su vocación religiosa con su pasión por la arqueología, la educación y la cultura de su patria.

El Padre Porras, como le llamábamos los estudiantes, era un académico estricto, serio y riguroso en el aula, aunque ocasionalmente compartía su sentido del humor de manera oportuna y creativa. Fue un pedagogo excepcional. Tuve el privilegio de participar en varias prospecciones arqueológicas dirigidas por él, junto al Lic. Patricio Moncayo, catedrático de Arqueología en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), de quien también fui alumna. A continuación, rememoro algunas de esas experiencias.


 El volcán  Ilaló, ubicado entre los valles de Tumbaco y Los Chillos, considerado un ícono natural de la región de Quito,  es uno de los sitios más antiguos con ocupación humana en la Sierra Norte del Ecuador, cuyos primeros habitantes se remontan a entre 4.000 y 11.000 años antes de Cristo.
 El volcán Ilaló, ubicado entre los valles de Tumbaco y Los Chillos, considerado un ícono natural de la región de Quito,  es uno de los sitios más antiguos con ocupación humana en la Sierra Norte del Ecuador, cuyos primeros habitantes se remontan a entre 4.000 y 11.000 años antes de Cristo.

A. VOLCANES ECUATORIALES

Una de las primeras prospecciones fue al Ilaló, un volcán inactivo ubicado entre los valles de Tumbaco y Los Chillos, considerado un ícono natural de la región de Quito y situado a solo 24 minutos del centro histórico de la ciudad, en Tumbaco. Durante una excavación en esa zona arqueológico, una compañera encontró una punta de flecha de obsidiana, utilizada por los antiguos pobladores de la zona para la caza. Según la evidencia arqueológica, el Ilaló es uno de los sitios más antiguos con ocupación humana en la Sierra Norte del Ecuador, cuyos primeros habitantes se remontan a entre 4.000 y 11.000 años antes de Cristo, según pruebas de Carbono-14.


El majestuoso volcán Chimborazo, considerado un sitio sagrado por las culturas preincas y prehispánicas de Andinoamérica ecuatorial (actual Ecuador), es el punto más cergano al sol, medido desde el centro del planeta.
El majestuoso volcán Chimborazo, considerado un sitio sagrado por las culturas preincas y prehispánicas de Andinoamérica ecuatorial (actual Ecuador), es el punto más cergano al sol, medido desde el centro del planeta.

Otra zona que exploramos con el Padre Porras fueron las laderas del majestuoso volcán Chimborazo, considerado un sitio sagrado por las culturas preincas y prehispánicas de Andinoamérica ecuatorial (actual Ecuador). Gracias a la perspectiva instaurada por el Padre Porras y su equipo, generaciones posteriores de estudiantes de la PUCE han realizado investigaciones más profundas, identificando varios sitios arqueológicos bien definidos, entre los cuales destaca el Huauqui Chimborazo, ubicado a 4.800 metros sobre el nivel del mar, en la ladera occidental del volcán, donde se hallan pequeñas estructuras conocidas como yaathas, orientadas ritualmente hacia las cumbres. En el sector sur del Chimborazo, a 4.600 metros de altitud, se encuentra otro grupo de yaathas, próximas a una cueva utilizada como punto de encuentro incluso por visitantes contemporáneos. La ubicación estratégica de las yaathas sugiere que formaban parte de un sistema ceremonial vinculado al culto de las montañas (apus), consideradas deidades tutelares.


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B. COSTA MILENARIA

En otra prospección arqueológica dirigida por el Padre Porras, recorrimos diversos sitios de la Provincia de Manabí y llegamos incluso hasta la provincia de El Oro. Visitamos Bahía de Cráquez, San Vicente, Puerto Cayo, Puerto López, Machalilla, Salango —donde se encuentra el museo de sitio dirigido por Presley Norton—, Agua Blanca, Bahía de Caráquez y aunque la marea impidió visitar la legendaria Isla de La Plata, logramos llegar hasta Jambelí, donde saboree el mejor ceviche de langosta fresca de toda mi vida. En la Costa de Ecuador se prepara ceviche desde hace 5.500 años.


En toda esta zona costera abordamos el estudio de culturas como Valdivia, Machalilla, Chorrera, Guangala, Manteña y Jambelí. Un aspecto que el Padre Porras siempre enfatizaba era la interrelación entre estas culturas de la Costa ecuatorial con las de la Sierra y especialmente con las de la Amazonía, pues él mismo había encontrado objetos marinos en la enigmática Cueva de los Tayos, ubicada en la provincia de Morona Santiago, lo que comprobó la relación comercial, cultural y religiosa entre las regiones naturales de Ecuador pre-inca y pre-hispánico.


El enfoque del Padre Porras fue siempre científico y pedagógico, promoviendo una visión rigurosa de la arqueología ecuatoriana.
El enfoque del Padre Porras fue siempre científico y pedagógico, promoviendo una visión rigurosa de la arqueología ecuatoriana.

C. AMBATO, SU AMADA TIERRA DE FLORES E HISTORIA

Uno de los más prominentes arqueólogos del Ecuador, el Padre Porras, mantuvo siempre en su corazón y en su pensamiento a su ciudad natal: Ambato, con la cual no solo conservó un profundo vínculo afectivo, sino que también condujo a sus alumnos hasta ella, como parte de su labor formativa.


Bajo su guía, visitamos el museo que él mismo fundó, el cual funcionó inicialmente en la Unidad Educativa González Suárez de Murialdo, perteneciente a la Congregación de los Padres Josefinos de Murialdo, orden religiosa católica fundada por San Leonardo Murialdo en Italia en el siglo XIX,- a la cual el Padre Porras pertenecía-, dedicada especialmente a la educación y formación de jóvenes, con un enfoque en valores cristianos, compromiso social y desarrollo técnico.


Visitamos el museo fundado por el Padre Porras cuando aún se encontraba en su recinto original, ubicado en la parroquia Huachi Loreto, en la intersección de las calles Pichincha Alta y Quis Quis, donde funcionó hasta el 7 de octubre de 2011. Este espacio fue concebido como un centro de preservación y difusión del patrimonio arqueológico y cultural de la región y constituye una de las múltiples expresiones del compromiso del Padre Porras con la memoria histórica de su tierra natal.

El Padre Porras en la Cueva de los Tayos en la Amazonía de Ecuador.
El Padre Porras en la Cueva de los Tayos en la Amazonía de Ecuador.

PRESENCIA AMAZONICA

El Padre Porras fue uno de los pioneros en investigar la Amazonía ecuatoriana desde una perspectiva científica y arqueológica, mucho antes de las excavaciones realizadas por arqueólogos de generaciones posteriores, como Francisco Valdéz. Su trabajo en lugares como Cosanga, Cotundo, Misahuallí y la Cueva de los Tayos demostró que el Oriente ecuatoriano no era únicamente territorio de selva y mitos, sino un espacio ancestral habitado por culturas complejas, con lenguaje simbólico, arte rupestre, arquitectura ritual y vínculos profundos con las culturas de la Sierra y la Costa.


Mientras Valdéz profundizó posteriormente en el estudio de la Cultura Mayo Chinchipe-Marañón, el Padre Porras ya había trazado caminos metodológicos, formando equipos locales y donando colecciones a museos regionales. La perspectiva del Padre Porras trascendía lo arqueológico: fue educativa, espiritual y profundamente nacional, reivindicando el valor del patrimonio indígena como parte esencial de la identidad ecuatoriana.


El padre Porras no sólo exploró cavernas y culturas, sino también el alma de un país que lo recuerda con gratitud.
El padre Porras no sólo exploró cavernas y culturas, sino también el alma de un país que lo recuerda con gratitud.

LA CUEVA DE LOS TAYOS

El Padre Porras fue una figura clave en la exploración y estudio arqueológico de la Cueva de los Tayos, donde sus investigaciones comenzaron antes de 1969, aunque su obra más reconocida fue publicada en 1978 bajo el título Arqueología de la Cueva de los Tayos, resultado de años de trabajo sistemático en el sitio. Esta publicación sigue siendo referencia obligada para los investigadores de la Amazonía.


Según varias fuentes, el Padre Porras ya había explorado la zona años antes del descubrimiento atribuido a Juan Moricz en 1969 y habría identificado lo que consideró un enterramiento aborigen de gran antigüedad. Esto sugiere que su interés y estudios en el área podrían haberse iniciado en la década de 1960 o incluso antes, lo que reafirma su papel pionero en la investigación científica de este enigmático sitio amazónico.


Fue uno de los primeros científicos ecuatorianos en abordar la cueva desde una perspectiva rigurosamente académica, alejándose de teorías esotéricas y enfocándose en la arqueología, geología y etnografía del lugar. Documentó artefactos como cerámica, objetos rituales y restos orgánicos, contribuyendo significativamente a la comprensión de las culturas aborígenes de la región. Su trabajo en los Tayos se distingue por su seriedad metodológica, en contraste con las expediciones sensacionalistas que se realizaron posteriormente.


ARTE RUPESTRE ECUATORIAL

El equipo dirigido por el Padre Porras, realizó investigaciones significativas sobre el arte rupestre en el Ecuador, con especial énfasis en la región amazónica. Estos estudios incluyeron el análisis de petroglifos grabados en piedra que, -aunque a menudo se confunden con jeroglíficos-, presentan características morfológicas y simbólicas distintas.


En 1985, el Padre Porras publicó Arte Rupestre del Alto Napo: Valle Misahuallí, obra pionera que documenta grabados realizados por culturas ancestrales en la Amazonía ecuatoriana. Su equipo identificó y clasificó una amplia variedad de símbolos geométricos, zoomorfos y antropomorfos en rocas de zonas como Cotundo, Misahuallí y Cosanga, interpretándolos como expresiones rituales o formas de comunicación simbólica. Para ello, se utilizaron métodos rigurosos de registro gráfico, fotografía y seriación arqueológica. Colaboradores como el Lic. Patricio Moncayo aportaron dibujos científicos y análisis iconográficos que enriquecieron la interpretación de estos vestigios.


El Padre Porras en su oficina en la PUCE, leyendo un Boletín de la Academia Nacional de Historia, de la cual fue miembro de número.
El Padre Porras en su oficina en la PUCE, leyendo un Boletín de la Academia Nacional de Historia, de la cual fue miembro de número.

El enfoque del Padre Porras fue estrictamente académico y se enmarcó dentro de una perspectiva científica, que buscaba comprender la función de estos símbolos en el contexto de las culturas precolombinas. Consideraba que los petroglifos constituían un lenguaje visual ceremonial, posiblemente vinculado a cosmovisiones indígenas sobre la naturaleza, astros y entidades espirituales.


Entre los sitios más destacados de su trabajo se encuentra Cotundo (provincia de Napo), uno de los lugares con mayor concentración de petroglifos en el país. Allí se identificaron figuras que podrían representar mapas astrales o rutas de peregrinación. Asimismo, el Valle del Misahuallí reveló una riqueza notable de grabados con patrones repetitivos, posiblemente utilizados en rituales agrícolas o ceremonias de iniciación.


Aunque estos grabados no corresponden a jeroglíficos en el sentido estricto —como los egipcios y mesopotámicos—, los estudios del Padre Porras han sido fundamentales para comprender el lenguaje simbólico ancestral del Ecuador. Su trabajo permitió a la ciencia acceder al fascinante universo simbólico de los petroglifos de Cotundo y del Valle del Misahuallí, en plena Amazonía ecuatoriana. Gracias a su labor, hoy es posible descifrar parte del significado de estos grabados, que no solo constituyen arte ancestral, sino también memoria viva de una cosmovisión que aún palpita en la selva ecuatoriana.


El Museo Weilbauer, las aulas de estudio y el laboratorio de Arqueología dirigidos por el Padre Porras en la esquina de la Ave. 12 de Octubre y Vicente Ramón Roca en Quito.
El Museo Weilbauer, las aulas de estudio y el laboratorio de Arqueología dirigidos por el Padre Porras en la esquina de la Ave. 12 de Octubre y Vicente Ramón Roca en Quito.

LABORATORIO DE ARQUEOLOGIA

En las aulas del Weilbahuer, el Padre Pedro Porras nos facilitó una serie de hachas de piedra y nos permitió escoger una entre ellas. Después nos instruyó para que cada alumno se encargue del proceso de “enmangue”, término técnico utilizado en arqueología para describir el sistema mediante el cual se une la piedra al mango, permitiendo su uso funcional.


Además de seleccionar el hacha, cada estudiante eligió el tipo de mango y el material de unión. En mi caso, escogí una hermosa hacha bifacial de tamaño mediano, tipo pétalo, con forma ovalada-rectangular. Por su excelente estado de conservación —sin señales de desgaste ni evidencia de uso—, se presume que tuvo una función ceremonial o funeraria. Estaba elaborada en andesita de tonalidad gris claro con matices verdosos, con ambas caras lisas, bien pulidas y ligeramente brillantes. Para el enmangue, utilicé una pieza de madera y fibra de cabuya como elemento de sujeción.


El Museo Weilbauer-Porras exhibe más de 1.800 piezas arqueológicas, organizadas por períodos y culturas del Ecuador precolombino, las cuales incluyen piezas de la colección personal del Padre Porras, fruto de décadas de investigación en sitios como Cotocollao, Cosanga y la Cueva de los Tayos.
El Museo Weilbauer-Porras exhibe más de 1.800 piezas arqueológicas, organizadas por períodos y culturas del Ecuador precolombino, las cuales incluyen piezas de la colección personal del Padre Porras, fruto de décadas de investigación en sitios como Cotocollao, Cosanga y la Cueva de los Tayos.

Los estudiantes seguimos no solo las instrucciones técnicas del Padre Porras, sino también sus criterios de clasificación, basados en sus propias investigaciones sobre hachas de piedra en el Ecuador, especialmente en las regiones amazónica y andina. Aunque no existe una publicación única que sintetice toda su tipología, sus estudios —como los realizados en Quijos y Cosanga, particularmente en el contexto de la Cultura Cosanga-Píllaro— permiten identificar las formas, tamaños y funciones de estas herramientas. Asimismo, el Padre Porras observó similitudes en la cerámica y en los instrumentos líticos entre diversas regiones como Píllaro, Carchi, Pastaza, Cumbayá y Guápulo, lo que demuestra la existencia de una red cultural interconectada.


El hecho de que el Padre Porras permitiera a sus alumnos realizar el enmangue de hachas arqueológicas, demuestra su compromiso como mentor y promotor de la arqueología ecuatoriana en su dimensión más elemental. Fomentó una mediación educativa activa y una vinculación práctica con el patrimonio cultural, aspectos que estuvieron siempre en el corazón de su misión como investigador y maestro.


El Museo Weilbauer - Porras en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.
El Museo Weilbauer - Porras en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.

LEGADO DEL PADRE PORRAS

El legado del Padre Porras no solo se refleja en sus investigaciones, publicaciones, la formación de generaciones de estudiantes y una vida dedicada a la arqueología ecuatoriana, si no que permanece vivo en su creación en dos museos arqueológicos que resguardan y proyectan su obra: el Museo Weilbauer en Quito y el Museo de Arqueología Padre Porras en Ambato.


El Padre Porras con los esposos alemanes Hilde y Eugen Weilbauer, quienes donaron su colección arqueológica para el Centro de Investigaciones Arqueológicas de la PUCE en 1988.
El Padre Porras con los esposos alemanes Hilde y Eugen Weilbauer, quienes donaron su colección arqueológica para el Centro de Investigaciones Arqueológicas de la PUCE en 1988.

Museo Arqueológico Weilbauer – PUCE Quito

El Padre Porras desempeñó un papel fundamental en la creación y desarrollo del Museo Arqueológico Weilbauer, ubicado en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito. Fue su director fundador y su liderazgo logró la donación de la valiosa colección arqueológica de los esposos alemanes Hilde y Eugen Weilbauer, inaugurándose el museo en abril de 1988.


Además de curar y organizar la colección, el Padre Porras integró piezas de su propia colección personal, fruto de décadas de investigación en sitios como Cotocollao, Cosanga y la Cueva de los Tayos, entre otros. Su trabajo permitió que el museo exhibiera más de 1.800 piezas arqueológicas, organizadas por períodos y culturas del Ecuador precolombino. Entre ellas se encuentran hachas de piedra, como la que tuve el privilegio de enmangar durante mis estudios y muchas otras provenientes directamente de sus investigaciones.


Museo Weilbauer de la PUCE.
Museo Weilbauer de la PUCE.

En honor a su legado académico, el museo incluye una sala-biblioteca que lleva su nombre: “Porras Garcés”, dedicada a la investigación en arqueología, antropología e historia. Allí se exhiben ciento tres fotografías de sus trabajos arqueológicos, especialmente como docente en la PUCE. El Museo Weilbauer honra la generosidad de los esposos Weilbauer y el rigor, la pasión y el legado intelectual del Padre Porras. Su muestra permanente narra la historia precolombina del Ecuador a través de piezas que él mismo investigó y clasificó, consolidando su papel como pionero en el estudio de culturas como Cosanga-Píllaro.


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📍 Ubicación: Av. 12 de Octubre 1076 y Vicente Ramón Roca, Quito.


Museo de Arqueología Padre Porras – Ambato

El Padre Porras dejó huellas profundas en la Amazonía, en los libros y también en el corazón de Ambato, su ciudad natal, donde su legado sigue vivo en el Museo de Arqueología Padre Pedro Porras Garcés, que alberga más de 800 piezas arqueológicas, etnográficas y de ciencias naturales, incluyendo cerámica de culturas como Cosanga y Puruhá, así como objetos rituales de Napo y Pastaza.


Fundado por el propio Padre Porras, el museo funcionó inicialmente en la Unidad Educativa González Suárez de Murialdo, perteneciente a la Congregación de los Padres Josefinos de Murialdo, orden religiosa a la que él pertenecía. El 3 de marzo de 2015, la congregación entregó el museo en comodato a la PUCESA (Pontificia Universidad Católica del Ecuador, sede Ambato). Sin embargo, en agosto de 2016, debido a dificultades económicas, la universidad comunicó que no podía renovar la patente ambiental exigida por el Ministerio del Ambiente, dando por concluido el comodato.


Museo de Arqueología Padre Porras en Ambato.
Museo de Arqueología Padre Porras en Ambato.

Desde el 11 de diciembre de 2017, el museo se encuentra en el Centro Cultural La Liria, como parte del proyecto Jardín Botánico Atocha-La Liria en Ambato. El traslado culminó en octubre de 2021 y la colección actual incluye piezas arqueológicas precolombinas, especímenes de zoología, entomología y botánica, muestras de mineralogía, así como instrumentos y artefactos científicos recolectados por el Padre Porras durante sus investigaciones en las décadas de 1950 y 1960 en diversas regiones de Ecuador.


El museo está integrado al recorrido cultural junto con la Casa Museo Juan León Mera y la Casa Museo Martínez-Holguín, en el sector de Atocha-Ficoa, consolidando un circuito patrimonial que honra la memoria histórica y científica de Ambato.


📍 Ubicación: Avenida Rodrigo Pachano, sector Atocha-Ficoa, Ambato.


Estos dos museos, en Quito y Ambato, son testimonio tangible del compromiso del Padre Porras con la arqueología, la educación y la identidad cultural del Ecuador. Su legado permanece vivo en cada pieza, en cada sala y en cada estudiante que, como él, busca comprender el pasado para iluminar el presente.


El Padre Porras, fiel a su vocación hasta el último instante, falleció de un infarto fulminante mientras se encontraba inmerso en sus estudios arqueológicos el 25 de septiembre de 1990.


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Su partida nos tomó por sorpresa y conmocionó profundamente a quienes fuimos sus alumnos, quienes asistimos a su funeral celebrado en la propia universidad, en un acto cargado de respeto y gratitud. Recuerdo haberlo visto en su féretro, una imagen solemne que contrastaba con la vitalidad con la que lo conocimos. Conservo con especial respeto una dedicatoria manuscrita que me entregó al inicio de mi formación como su estudiante, que le solicité por la profunda admiración que sentí por su trayectoria académica y su sabiduría generosa.


La muerte del Padre Porras marcó el fin de una era en la arqueología ecuatoriana, pero su legado permanece vivo: en los museos que fundó, en los libros que escribió y sobre todo en la memoria de quienes tuvimos el privilegio de aprender bajo su guía. Su vida fue una lección constante y su obra continúa inspirando nuevas generaciones de investigadores.


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