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JORA, PERUVIAN FLAVORS IN LONG ISLAND CITY

  • Foto del escritor: XIMENA HIDALGO-AYALA
    XIMENA HIDALGO-AYALA
  • hace 3 días
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: hace 2 días

JORA, más que un restaurante, una celebración de la cocina peruana en el corazón de Long Island City.


 En la gráfica una versión innovadora de la tradicional Causa, esta es una "crispy" causa de pollo.
En la gráfica una versión innovadora de la tradicional Causa, esta es una "crispy" causa de pollo.

Por Ximena Hidalgo Ayala

Historiadora, fundadora y directora ejecutiva del Comité Internacional Galo Plaza y de su exclusivo network de empresarios y profesionales XHA Club, dedicado a promover la integración a través de historia, educación y cultura.


En la Región Andina, -la zona alrededor del centro planetario del continente americano-, la "Chicha de Jora" es una bebida ancestral tradicional y ese es quizás el nombre más reconocido de esta variedad de maíz fermentado, la jora.


Curiosamente su significación en el griego antiguo, no es lejana a lo que la jora representa en Andinoamérica. La jora (en griego χώρα, khōra) designaba en la antigua Grecia el territorio de una polis, la cual se componía de la propia ciudad (asty) y de la jora, que corresponde a los campos y aldeas que rodean a la ciudad. Cabe resaltar que en esta significación de jora, los dos términos no se oponían, como en el caso de ciudad y campo, de acuerdo a la perspectiva contemporánea.


Mi primera memoria de la palabra jora, fue en la Fiesta del Yamor, en la ciudad de Otavalo, en Ecuador, donde la bebida principal de la celebración es precisamente el Yamor, una chicha, o bebida fermentada, elaborada a base de 7 tipos de maíz, entre los cuales se incluye la jora.


Cuenta la leyenda que el consumo de jora, inició en el Tahuantinsuyo durante el gobierno del inca Tupac-Yupanqui, abuelo del último inca reinante, Atahualpa. En Perú los lugares donde se consume la chicha de jora están al norte de Perú, en la región aledaña a Ecuador, en Piura y al sur, en el Cuzco.


Ceviche Mixto del restaurante JORA en Long Island City.
Ceviche Mixto del restaurante JORA en Long Island City.

PERUVIAN FLAVORS IN LONG ISLAN CITY

En Nueva York, JORA, es mucho más que el nombre de una variedad de maíz. Los paladares de buen comer saben que JORA es el elegante, casual y muy bien ubicado restaurante especializado en cocina peruana, establecido por Alejandro Rojas en 2014 en Long Island City. Un lugar infaltable en la lista de quienes desean aprender sobre la cultura gastronómica de Perú.

Con una excelente ubicación en una de las zonas más elegantes y activas frente a Manhattan, JORA es un embajador peruano con alma neoyorquina.
Con una excelente ubicación en una de las zonas más elegantes y activas frente a Manhattan, JORA es un embajador peruano con alma neoyorquina.
Alejandro fundador de JORA, rodeado por sus padres, fundadores del restaurante URUBAMBA en Jackson Heights en 1976.
Alejandro fundador de JORA, rodeado por sus padres, fundadores del restaurante URUBAMBA en Jackson Heights en 1976.

La propuesta gastronómica de Alejandro, - que celebra su décimo primer aniversario-, surge de un importante fundamento, ya que sus padres, don Carlos y Estela Astorga, son los fundadores y propietarios del restaurante Urubamba en Jackson Heights, -que es a la fecha-, el restaurante peruano más antiguo de la ciudad de Nueva York, ya que fue establecido en 1976 y ha sido la escuela culinaria no solo de Alejandro, además de su hermana Silvana, que más recientemente, -en diciembre de 2024-, abrió su propio Urubamba en Long Island.


Uno de los platos más tradicionales de la cocina peruana, el Lomo Saltado, en esta elegante y exquisita presentación del restaurante JORA, cración del chef Javier Cabrera.
Uno de los platos más tradicionales de la cocina peruana, el Lomo Saltado, en esta elegante y exquisita presentación del restaurante JORA, cración del chef Javier Cabrera.

Sí, JORA es parte de la familia URUBAMBA y como tal, comparte el orgullo de presentar lo mejor de la auténtica cocina peruana. JORA ha desarrollado su propia propuesta, que mantiene la autenticidad pero también tiene un lado creativo. JORA combina platos tradicionales como ceviches, causas y anticuchos, con preparaciones más modernas como estofados y salteados con influencia asiática, utilizando ingredientes emblemáticos del Perú: ajíes, papas, maíz y hierbas andinas.


Artística presentación de la Causa de Cangrejo, cración del chef Javi Cabrera.
Artística presentación de la Causa de Cangrejo, cración del chef Javi Cabrera.

El ambiente de JORA es sumamente acogedor, con diferentes espacios bien iluminados y decorados con elagancia y buen gusto, utilizando artesanías y telas auténticas de Perú, que evocan no solo la ancestral habilidad de sus artesanos, además de la gran diversidad de su terruño.



POSTRES EXCEPCIONALES

En JORA todos los postres, incluyendo los helados, son preparados en casa. Cada cucharada de postre en JORA, se siente como un pequeño mensaje de cariño, una palmadita en la espalda, elaborada en casa con esmero y precisión. Se nota la diferencia en los gelatos cremosos, incluyendo el de lucuma y decorado con aguaymanto y los cheesecakes de ensueño, todos batidos y horneados en JORA, para lograr un sabor inigualable. Nada se compra hecho—solo puro placer elaborado en JORA.


El Passion Fruit Cheescake es un poema aterciopelado que se derrite en la boca, dejando una intensidad que culmina con la delicada caricia crocante de las semillas de chía.
El Passion Fruit Cheescake es un poema aterciopelado que se derrite en la boca, dejando una intensidad que culmina con la delicada caricia crocante de las semillas de chía.

Pero lo que realmente hace inolvidables a los postres de JORA, es además de la calidad y frescura de sus sabores, la presentación: cada plato se decora en el momento, utilizando flores frescas, semillas y hierbas aromáticas, dispuestas con la creatividad espontánea del Chef Cabrera. No es solo un capricho—es arte que se saborea. Y saber que cada dulce se prepara fresco a diario, con recetas originales e ingredientes vibrantes, añade una capa extra de felicidad. No es solo un postre—es autenticidad crativa que se saborea.


El bar de JORA es famoso por sus cócteles artesanales, elaborados con los mejores piscos peruanos, comenzando con el clásico Pisco Sour y presentando creaciones como el Martini Acevichado, preparado con espuma de leche de tigre o el Purple Old Fashioned preparado con chicha morada. El personal es suamente amable y profesional, proveniente de varios países andinoamericanos.


El Arroz con Mariscos de JORA es un carrusel de sabores  y texturas marinas.
El Arroz con Mariscos de JORA es un carrusel de sabores y texturas marinas.

En JORA se puede tener un almuerzo de negocios o una cena romántica, una celebración familiar o entre amigos, nunca los paladares serán defraudados y la buena vibra los llevará por una experiencia muy grata e inolvidable.


Alejandro y el chef Javier Cabrera.
Alejandro y el chef Javier Cabrera.

Detrás del innovador menú de JORA se encuentra además de la visión empresarial de Alejandro y su legado familiar, el talento del chef colombiano Javier Cabrera, quien es el chef ejecutivo tanto de JORA como del flamante URUBAMBA en Huntington Long Island.


Para conocer más sobre el talento detrás de los elegantes platos de JORA, a continuación reproduzco mi entrevista a su chef ejecutivo, publicada en el semanario Impacto Latino de Nueva York el 5 de marzo de 2025.


El chef Javi Cabrera es un profesional colombiano con una fuerte raíz artística e importante experiencia profesional en Japón, España y Nueva York, que además en su infancia vivió en Ecuador y es embajador de la mejor cocina peruana.
El chef Javi Cabrera es un profesional colombiano con una fuerte raíz artística e importante experiencia profesional en Japón, España y Nueva York, que además en su infancia vivió en Ecuador y es embajador de la mejor cocina peruana.

Javier Cabrera, una historia de superación


El chef colombiano Javier Cabrera, especialista en cocina peruana, ha logrado consolidar su carrera después de muchos sacrificios, con paciencia, constancia y determinación.


Javier Cabrera cruzó fronteras por amor, para descubrir que su verdadera pasión es la cocina, en la cual se ha convertido en un reconocido talento, después de una increíble y sacrificada travesía por Japón, España y Estados Unidos.


El chef Cabrera nació en el Valle del Cauca, en Timbío, una localidad y municipio del Departamento del Cauca en Colombia, ubicado al sur de Popayán. Como desde pequeño le atrajo el dibujo y la pintura, estudió artes plásticas, primero en la Universidad del Cauca y después en la departamental de Bellas Artes en Cali.


Después de una increíble odisea por Asia y Europa, hace doce años llegó a Nueva York, donde se ha consolidado como un talento emergente promocionando los sabores andinoamericanos, especializado en cocina peruana.


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¿Cuándo descubrió su vocación por la cocina?

-En Japón, a donde viajé a los diecinueve años de edad. El amor me llevó hasta allá, fui detrás de una chica y mientras estaba estudiando trabajaba como dj en una discoteca en la zona rosa de Tokio. Ahí había una pequeña cocina con platos peruanos porque el cocinero, Don Lucho, era peruano y se servían platos latinos.

En Tokio solo había dos o tres discotecas latinas en esa zona y yo comencé trabajando como mesero, luego DJ y una noche, cuando Don Lucho se cortó la mano y preguntaron que quién podía o quería ayudar en la cocina por esa emergencia y yo levanté la mano.


¿Por qué levantó la mano?

-La cocina me había gustado desde niño. Recuerdo desde que tenía unos tres años, que mis padres se radicaron en Putumayo, frontera con Ecuador, cerca a Lago Agrio.


Tengo memorias mías jugando debajo de la mesa de la cocina, mientras mi madre cocinaba. Ella preparaba la comida del día para toda la familia, pero yo siempre quería algo diferente y yo mismo me preparaba mi comida, agarraba unos huevos y les echaba todo lo que encontraba y claro, nadie comía lo que preparaba, ahí fue cuando mi madre bautizó mis recetas como “los menjurjes de Javier”. De joven siempre me gustó cocinar e impresionar a las visitas con recetas sofisticadas. La cocina siempre estuvo en mí.


Me gustaban las artes visuales y las escogí porque en esa época no había la profesión de cocinero. Nunca vi la cocina como una carrera, pero la vocación siempre estuvo ahí.

En Japón no existen las propias, pero en la cocina, las órdenes pequeñas que salían se incrementaban a partir de las cuatro de la madrugada, cuando llegaban todos los latinos que salían de trabajar en otros lugares y esperaban por las sopas sustanciosas, con costilla de res, etc. y ellos sí daban buenas propinas. Ahí trabajé un año, hasta que pensé en que ese era el camino. Vivía al sur de Tokyo y viajaba dos horas diariamente para llegar a la discoteca, claro, los trenes en Japón son espectaculares, nada que ver con lo que tenemos acá, pero decidí progresar.


¿Cuál fue el siguiente paso?

-Busqué empleo y había una plaza disponible en un restaurante español, pero requerían dos años de experiencia. Hablé con el chef y platos como las paellas no eran desconocidas para mí, sabía sobre los platos que ahí se preparaban. Comencé a trabajar, realmente no era novato y desde pequeño tenía la vocación. Sacaba la sartén con seguridad, me movía con seguridad y después de varios meses, cuando todo iba bien, -compartiendo después del trabajo-, le dije al chef que realmente no tenía los dos años de experiencia pero que necesitaba el trabajo y él no se molestó, más bien me dijo que tenía todo para estar profesionalmente en la carrera.



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¿Cuál es la principal diferencia entre la cocina japonesa y la latina?

-Ellos realmente no utilizan tantos aliños como nosotros, que le echamos de todo y es eso lo que varía en cada región y país. La cocina japonesa es más pura en términos de influencia, en cambio solo para muestra, la cocina peruana tiene influencia china, italiana, indígena, africana, española, etc., etc.


Fue interesante porque descubrí que en Colombia también comemos bambú como en Japón. Mi abuela preparaba un plato que se llamaba calquín, a base del bambú, con el que se prepara un puré que se consume en Semana Santa en el Valle del Cauca. Mi abuela remojaba el bambú durante siete días y lo hervía. En Japón descubrí que los colombianos también comemos bambú y que existen similitudes.


¿Por qué dejó Japón?

-La experiencia en Japón fue muy interesante, pasé ocho años ahí y valió la pena. Retorné a Colombia porque fui un damnificado del tsunami. Me quedé sin casa, el restaurante donde trabajaba fue totalmente destruido.


En Colombia comencé a trabajar en la fábrica de velas de mis padres. Cuando se utilizaban las velas solo para alumbrar, anteriormente yo comencé a incursionar con velas decorativas, pintadas, porque lo mío era el arte y quería comenzar a trabajar en ello, pero viendo las opciones actualmente, decidí que lo mío era cocinar.


¿Por qué Nueva York?

-Entre Miami, Seattle y Nueva York, me decidí por esta ciudad, porque aquí está la cocina internacional. Cuando llegué, en el aeropuerto de Nueva York una compatriota me sugirió que busque trabajo inmediatamente en la Ave. Roosevelt.


Cuando llegué descubrí que ahí estaba Colombia. En una agencia de empleos me dieron un contacto, pero en Filadelfia, donde comencé trabajando como lavaplatos en un restaurante italo-americano. Fue una experiencia muy fuerte, un choque, un bajón del nivel que ya tenía en Japón, pero ahí estuve tres meses y regresé a Colombia, a informar que había decidido radicarme en Nueva York para dedicarme a cocinar.


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¿Cómo le ha ido en Nueva York?

-A mi retorno comencé a trabajar en el restaurante Raymi, inaugurado por el chef Richard Sandoval en la Quinta Ave. en Manhattan. Alguien me avisó y fui a dejar mi resumen laboral, un chico corrió a buscarme porque el chef Eric Ramirez había revisado mi hoja de vida, a la cual no prestó atención el chef al que yo se lo entregué inicialmente.  El chef Ramirez me entrevistó y le encantó el hecho de que había trabajado en Japón.


Trabajé con él dos años, durante los cuales el chef, -al que inicialmente entregué mi resumen-, me hizo la vida imposible. Me dejaba que pique todo el perejil, pasaba y me miraba y cuando yo ya acababa de picar, arrastraba el tarro de basura y botaba todo lo que yo había picado y me decía: “Esto es mascadura de caballo”. Claro que me enseñaba, sacando su cuchillo especial de quinientos dólares, pero yo sabía que yo podía con mi cuchillo barato. Al final de todo ese suplicio, él fue despedido y yo ocupé su lugar como segundo abordo.


Hace 9 años, pasé por el famoso restaurante peruano Jora, de Long Island City, al cual le vi mucho potencial, dejé mi resumen con el dueño y durante los últimos nueve años continúo como chef ejecutivo, trabajando con esta familia de tres restaurantes peruanos.


Actualmente el chef Cabrera dirige las cocinas de la familia de restaurantes peruanos que además de JORA, incluye los restaurantes Urubamba, en donde entrena a los futuros chefs latinos, transmitiéndoles la importancia de la dedicación y el progreso permanente.


Un mensaje final.

Lo que tú hagas, así sea vender tamales, si lo haces con amor, pasión, dedicación y constancia, te va a ir bien, seas un vendedor ambulante o chef en un restaurante. El progreso tiene un precio, pero es posible.


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47-46 11th St, Long Island City, NY 11101


Cerca de las estaciones del tren 7 en Vernon/Jackson y del tren G en la 21st Street




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Esta nota es publicada gracias a XHA CLUB, Network de prestigiosos y renombrados empresarios y profesionales, dedicado a promover el rescate de la presencia latinoamericana en la Historia de Nueva York, trabajo que desde 2006 desarrolla el


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 establecido para mantener el legado del líder internacional nacido en la capital del mundo, en el 5 West de la calle 8 y 5a Ave. de Manhattan, el 17 de febrero de 1906.


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Promoviendo la historia de los latinoamericanos en el lugar de nacimiento de Galo Plaza


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